Mi primer Medio Ironman. Por Rebeca Madrigal

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Son las 3:30 am –hora de Panamá- y me sigo preguntando en qué momento se me ocurrió soñar con hacer el Ironman 70.3 Panamá. Ahora, mi sueño está a punto de iniciar. No puedo olvidar ajustarme al plan, tomo mi desayuno, siguiendo las indicaciones de mi nutricionista y de acuerdo a lo que he practicado comer por meses, tomo una ducha y me alisto mientras repaso mentalmente una y otra vez los detalles y que todos mis implementos para la competencia estén listos. A las 4:30 am me dirijo a la zona de transición en el Causeway, la adrenalina sube y sube. Llego al área de marcaje y me siento más positiva que nunca, me gusta mi número de bib, llevo en el brazo un maravilloso 183 y en mi pantorrilla con mucho orgullo el número 40. Veo a mi alrededor, tengo los ojos como platos, mi cabeza entiende que el premio es estar aquí, y el regalo será el resto del día que me queda por delante, sin duda un momento único y especial para mí. La competencia está a menos de dos horas de dar inicio…

En abril del 2015 me entró una de esas ideas locas que a veces me atacan y decidí realizar un medio Iroman. Mi primera gran decisión fue escoger con quién me iba a preparar, escogí a Hypoxic. Sabía que tienen la experiencia y el conocimiento para llevarme de la mano en esta aventura. Consciente de que sería complicado lidiar con una preparación mucho más exigente, sin descuidar todos los aspectos de mi vida, principalmente mis hijas y la de mi familia en general.

Hace aproximadamente 9 meses, con mucho esfuerzo aprendí a nadar, sin el apoyo de mi hermano Roberto no lo habría logrado. En este mismo tiempo mejoré considerablemente en la bicicleta y con respecto a la carrera, me gusta decir que soy corredora no porque sea buena, sino porque realmente amo correr. He entrenado muy duro, concluí un proceso libre de lesiones, gracias a que seguí un programa bien estructurado. Bajé mi porcentaje de grasa corporal a 15% y estoy en un estado de forma inimaginable para mí. Mi rutina no es diferente a la de cualquier otro deportista que practica triatlón: madrugar de domingo a domingo tratando de no afectar la vida familiar, dos o tres actividades por día, mucha organización, disciplina y un gran componente de motivación para poder cumplir con la tarea.

En diciembre realice mi primer “entrenamiento” en serio, el triatlón de Quepos, el caso es que cuando terminé me dí cuenta que aquello me gustaba y que tenía obviamente un margen de mejora increíble por delante.

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Vuelvo a Panamá. Son las 6:20 am, abren el muelle desde el cual inicia la natación, anuncian que el wetsuit es permitido lo que me genera gran tranquilidad, el piso de la estructura del muelle es de concreto y está helado, la salida está agendada para las 6:40 am, sin embargo, se atrasa poco más de una hora, me suenan las tripas, ya para esta hora debería estar subida en la bicicleta y cumpliendo con mi alimentación. Todas sabíamos que esta hora de atraso nos la iba a cobrar el sol en la carrera. Estoy con los pelos de punta, entusiasmada y nerviosa a más no poder, aunque muy confiada por mi excelente preparación. Durante la espera me encuentro con cinco ticas que salen en mi categoría ( 35+), después de un rato de linda tertulia hacemos una oración antes de salir, nos damos un fuerte abrazo y nos lanzamos al agua. Recordaba las palabras de mi hermano y de Luis Diego mi entrenador y de tanta gente que me decía que en cuanto entrara al agua la corriente me iba a llevar, eso no paso, al parecer a diferencia de años anteriores en el Ironman 2016 no hubo corriente.

Dieron la señal de salida y me apliqué a nadar, muy concentrada en el ritmo que había practicado, no pasó mucho tiempo cuando me percaté que lo estaba disfrutando, era fácil no perderse porque siempre podías seguir las estelas de los otros participantes. Cuando llegué a la boya roja, que indicaba el final de los 1900 metros de natación, no cabía en mi cuerpo de la emoción, al salir de agua, mientras corría hacia mi bicicleta, me puse a llorar, éste era mi gran reto, por el que me atormenté tantos meses, superé ese miedo terrible a nadar en aguas abiertas, claro que no hice un tiempazo, sin embargo nadé tres minutos debajo de lo planeado pero salí física y mentalmente muy bien para iniciar el segmento de la bicicleta.

rebe carreraYa en la bicicleta inicié el protocolo de comidas, hidratación y consumo de pastillas de sal, tal cual lo había establecido y practicado en los entrenamientos, procuré también mantenerme siempre entre los 29 y 32 km/h aunque en las subidas y falso plano me resultó muy difícil. Acabé los 90 kilómetros de bicicleta 10 minutos abajo del tiempo que tenía programado y me bajé a correr, con un sol realmente abrazador. De igual manera seguí muy enfocada, respetando la rutina de alimentación, hidratación, consumo de pastillas de sal y en el ritmo de carrera. Terminando el primer kilómetro de carrera me di cuenta que me sentía muy bien y que podía mejorar el pace y resultó ser que realmente me sentía muy bien corriendo, tanto así que logre cerrar el último kilómetro. Realicé la media maratón 14 minutos por debajo del tiempo que tenía estimado y entré con una gran sonrisa a la meta, mi reloj marcaba un tiempo total en competencia de 5:49:43.

Aunque hubo aspectos en la organización del evento que me quedó debiendo, empezando por las largas filas para obtener la licencia y la entrega de paquetes, pasando por estaciones de hidratación deficientes, cambios de rutas a última hora, atraso considerable en la salida del evento, por mencionar las más evidentes, estoy segura que no será mi último triatlón, merece mucho la pena la satisfacción, orgullo, emoción y felicidad que me produjo concluir una prueba de tanta exigencia física y mental.

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